Las respiraciones profundas diarias pueden reducir la presión arterial y ayudar a mantener la calidad ósea


Las investigaciones actuales indican que realizar ejercicios diarios de respiración profunda puede reducir la presión arterial con la misma eficacia que los medicamentos. De manera similar a cómo el levantamiento de pesas puede fortalecer nuestros tríceps o cuádriceps, los ejercicios de respiración profunda pueden fortalecer los músculos del diafragma y otros músculos respiratorios para reducir la presión arterial y promover la salud del corazón.

Como regla general, de 5 a 10 minutos de ejercicios diarios que fortalezcan el diafragma pueden reducir significativamente la presión arterial.

A medida que envejecemos, los músculos de nuestro cuerpo tienden a atrofiarse, incluidos los músculos que usamos para respirar. Esto da como resultado un aumento promedio en las lecturas de presión arterial a lo largo del tiempo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una lectura de presión arterial normal es inferior a 120/80 mmHg. Actualmente, los médicos de atención médica generalmente diagnostican a los pacientes con presión arterial alta si su lectura de presión arterial promedio es de 130/80 mmHg o superior.

Sin embargo, este efecto puede contrarrestarse involucrando los músculos del diafragma a través de ejercicios de respiración profunda. La investigación actual indica que realizar 30 respiraciones por día durante seis semanas reduce la presión arterial sistólica en 9 mmHg. Estas reducciones son similares a los resultados observados con los medicamentos antihipertensivos comunes, que también conducen a una disminución de aproximadamente 9 mmHg en la presión arterial sistólica.

Los ejercicios de respiración profunda pueden reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares generales. Una reducción de 10 mmHg en la presión arterial sistólica se correlacionó con una disminución del 35 % en el riesgo de accidente cerebrovascular y una disminución del 25 % en el riesgo de enfermedad cardíaca.

Los ejercicios de respiración profunda también pueden servir como medida preventiva para la presión arterial alta. Al implementar entrenamiento de fuerza para nuestros músculos respiratorios,

Además, las reducciones de la presión arterial como resultado de los ejercicios de respiración profunda son similares a los resultados esperados de los ejercicios aeróbicos, como caminar, andar en bicicleta o correr. Por lo tanto, estos ejercicios de respiración profunda pueden resultar beneficiosos para aquellos que no pueden realizar ejercicios aeróbicos tradicionales (debido al dolor u otros factores).

Sin embargo, la técnica de ejercicio de respiración profunda no pretende reemplazar el ejercicio o los medicamentos para aquellas personas con hipertensión que corren el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular. Más bien, puede complementar estos enfoques terapéuticos para reducir la presión arterial de manera mucho más drástica y puede ayudar a las personas con presión arterial alta a reducir gradualmente la ingesta necesaria o dejar de tomar medicamentos para la hipertensión.

¿Cómo reducen los ejercicios de respiración profunda la presión arterial alta?

Los ejercicios de respiración profunda o el entrenamiento de la fuerza de los músculos inspiratorios aumentan la función endotelial en aproximadamente un 45 %. Estas células endoteliales recubren nuestros vasos sanguíneos y fomentan la producción de óxido nítrico, que protege nuestro corazón. El óxido nítrico ayuda a ensanchar los vasos sanguíneos, lo que promueve el flujo sanguíneo y previene la acumulación de placa en las arterias.

¿Cómo se relaciona la presión arterial con la salud y el funcionamiento de los huesos?

Los investigadores han descubierto que la presión arterial puede modular el flujo de sangre a los huesos y la médula ósea, lo que puede afectar la calidad y la densidad de los huesos. La presión arterial alta se asocia con una disminución en el flujo de sangre a los huesos, lo que conduce a una reducción en el metabolismo del calcio, pérdida de densidad mineral ósea y, en última instancia, osteoporosis. Por lo tanto, es fundamental mantener una presión arterial reducida para garantizar la salud de los huesos y la médula ósea.